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PANEL 2. ¿CUÁL ES LA RIQUEZA DEL ALGARROBO PIURANO?

GENERALIDADES

EL ALGARROBO (PROSOPIS PALLIDA)
Prosopis es el nombre genérico otorgado en griego para la bardana, pero se desconoce por qué se aplica a esta planta; y pallida es el epíteto latino que significa "pálida".

El Algarrobo es un árbol originario de América del Sur, que tiene una fuerte presencia en la costa norte del Perú.
 
Este árbol mide aproximadamente entre 4 y 16 metros de altura. Su fuste es irregular, con un diámetro entre 80 cm y 2 metros, y su madera es dura.
 
El Algarrobo posee 2 tipos de raíces configuradas de manera distinta que le permiten al árbol acceder a los diversos nutrientes que habitan el suelo.

1. Raíces pivotantes de hasta 60 m de profundidad, que le permiten obtener agua a distintas profundidades.

2. Raíces laterales que se extienden hasta 60 m por encima de la superficie a una profundidad de 15 a 25 cm.
 
El fruto del Algarrobo, conocido como “algarroba” es una vaina de pulpa dulce y carnosa, que mide de 10 a 30 cm de largo, 1 a 1.5 cm de ancho y de 5 a 9 mm de espesor.

  
 

USOS Y PATRIMONIO CULTURAL
El Algarrobo es un árbol que desde épocas ancestrales le ha aportado al hombre múltiples beneficios. No sólo representa un recurso económico de alto valor para los peruanos, sino que también se le considera una “figura del recuerdo” que según Assmann, se constituye a partir de la memoria cultural, individual y colectiva.
 
La presencia del Algarrobo en la costa norte del Perú data de la época preincaica. Se ha encontrado evidencia de su existencia en el Santuario Histórico Bosque de Pómac, en el Departamento de Lambayeque. 

Históricamente la madera del algarrobo fue utilizada por los indígenas para elaborar esculturas de sus ídolos. El geógrafo italiano, Antonio Raimondi, describe detalladamente en uno de sus diarios los sepulcros precolombinos donde fueron halladas estas imágenes.


A este hallazgo se suma el análisis arqueológico realizado por el SHBP (State Health Benefit Plan) el cual determina que los indígenas norteños “utilizaban madera de algarrobo no sólo para la edificación de viviendas, sino también para la construcción de tumbas ceremoniales y objetos sagrados, como ídolos tallados”.[1]
 
Si bien, en la actualidad ya no se le da ese tipo de uso a la madera, la relación cultural que existió entre los indígenas precolombinos y el árbol no se ha perdido del todo, subsiste de forma más directa en la comunidad del caserío de Pómac III, donde se pueden observar “tradiciones y creencias fuertemente sincréticas, en una dimensión natural y cultural de matiz ancestral”.[2]
 
En consecuencia, la tala masiva que se ha venido dando en la costa norte del Perú no ha logrado afectar el bosque de algarrobos del caserío de Pómac III, gracias al cuidado de sus mismos pobladores. Este hecho evidencia el valor que hasta el día de hoy le dan al árbol. Un valor divino que se remonta a la época preincaica y que se basa en la cosmovisión de los indígenas.
 
En la actualidad, sobre todo en zonas urbanas los algarrobos siguen proporcionándole a los ciudadanos sombra durante los días soleados.
 
Gracias a su constitución es capaz de captar fácilmente nitrógeno del aire y crear materia orgánica a partir de la descomposición de sus hojas y ramas.
 
La madera del algarrobo se emplea para la elaboración de muebles y parqué. Su corteza sirve para curtir cueros y la resina de su tronco se usa para teñir.
 
Este árbol ha sido y sigue siendo refugio de distintas especies, como aves; y el “puño” que se forma a partir de las hojas del árbol que caen al suelo sirven de alimento para el ganado ovino y caprino.
 
Además, el fruto maduro del Algarrobo, denominado “algarroba” se utiliza para la preparación de la Algarrobina, jarabe tradicional de Piura que posee propiedades vitamínicas y proteicas, beneficiosas para la salud. Asimismo, a base de la algarrobina se elabora el cóctel de algarrobina, bebida consumida por todos los peruanos.
 
A pesar de que los piuranos ya no le dan el mismo valor de antes, a excepción de los pobladores de Pómac III, sigue habiendo una conexión entre el árbol y el hombre, que se constituye a partir de la tradición histórica que existe entre ambos y en la importancia de su existencia como testimonio vivo del pasado, además de los ya conocidos beneficios que le ofrece al ambiente local.
 

 

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